miércoles, 14 de marzo de 2012

LOS NIÑOS UN GRAN TESORO



Nuestra vida está llena de gestos, de pequeños detalles que nos alegran la vida, que nos conmueven y hacen nuestro día especial.  Aún recuerdo el 24 de octubre de 2005, al finalizar el Sínodo referente a la Eucaristía, Benedicto XVI se reunió con los niños que harían o hicieron la primera comunión ese año.  Considero que el momento más especial, después de la adoración eucarística, fue la actitud de un niño que se le acerca al papa y le dice: “Santidad, he recibido a Jesús por primera vez el veinticuatro de marzo (…) Te quiero dar un fuerte abrazo y decirte: ¡te queremos mucho!”, el niño sale corriendo y va a los brazos del papa, fue un gesto muy simple que me hizo reflexionar: “Que gran tesoro el que tenemos en los niños”.

Otros innumerables momentos, con niños, fueron los que el Beato Juan Pablo II nos regaló, ver a un pontífice dejando de lado una conferencia de prensa para atender a un niño que gateaba hacia un aparato de sonido, eso no lo hace cualquiera; o dejarse llevar por muchos niños que lo llevaban de la mano; o que se detenía simplemente para saludar a una niña que le gritaba, estoy más que seguro que eso sólo lo hace alguien con el corazón muy grande, y me preguntó: “¿Qué hizo tan grande al Papa Juan Pablo?” yo creo que la respuesta la obtuve viendo un vídeo “Children’s answer:  “We loved him, because he was like us”, but especially because He was like Christ”  (Respuesta de los niños: "Lo amamos, porque él era como nosotros", pero sobre todo porque era como Cristo).


Imagínese si los últimos papas han tenido estos acercamientos con los niños, ¿cuánto más los tendría Jesús?, para ello recuerdo el trozo del evangelio: se suscitó una discusión entre los discípulos sobre quién de ellos sería el mayor. Conociendo Jesús lo que pensaban en su corazón, tomó a un niño, le puso a su lado, y les dijo: «El que reciba a este niño en mi nombre, a mí me recibe; y el que me reciba a mí, recibe a Aquel que me ha enviado; pues el más pequeño de entre vosotros, ése es mayor».”  (Cfr. Lc. 9, 46-47), y me surge entonces la pregunta: ¿por qué hizo esto Jesús?, para mí la respuesta es muy sencilla: simplemente porque ellos son auténticos, porque tienen una fe viva, conocen a Jesús y lo sienten cerca, lo ven como su amigo, como su compañero de juego, y la verdad es que a mi me encantaría ver a Jesús jugando con los niños, porque así lo veo, en medio de los sencillos, en medio de los humildes, que lo dan todo por él y quizá el ejemplo sea un poco burdo, lo veo como un padre que ve a su hijo por primera vez, que sabe que lo tiene que proteger, cuidar y sobretodo amar, que maravilloso es saberse amado por Dios, estar convencido que todo lo que nos rodea él nos lo da y que no nos pide nada a cambio.

Los “adultos” deberíamos aprender más de los niños que disfrutan su mundo, que aman completamente, que viven intensamente, que pueden correr detrás de una pelota e imaginar que están en el mundial de fútbol, ¡cuánto debemos aplicar esto en nuestras vidas!, son sólo ejemplos, hoy quiero retarlos a que cuando observen a un niño, mientras van manejando o en el bus, o caminando disfruten de la alegría que están viviendo, seguramente ellos están dispuestos a regalársela   , y ese es un gran regalo que Dios nos hace cada día, porque no hay nada más valioso que la sonrisa de un niño “porque el Reino de los Cielos es para los que son como ellos” (Cfr. Mc. 10, 13) y nosotros que buscamos hacer presente el Reino de Dios en la tierra no tenemos porque tratar mal a un pequeño, que son los preferidos de Jesús, no los despreciemos, quizá aprenderíamos más de ellos que lo que nosotros pudiéramos transmitirles.

Luis Alberto Guiguí
E-140

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