Bueno, puede sonar un poco disonante lo que redactaré, es
más me sorprende que me dedique a escribir esto, sobretodo porque no soy muy
amigos de las fechas que son especiales pero que, por triste que se oiga, se
han comercializado. Pero fuera de esto
hoy quiero hablar sobre la mujer que me trajo al mundo, sin la cual no podría
haber vivido.
Antes que nada quiero decir que, lo digo con orgullo, soy
envidiado por la mamá que tengo, recuerdo los comentarios de una amiga que me
decía: ¡ya quisiera tener a su mamá de mamá!; en esa época no lo entendía,
ahora lo comprendo mejor. Pues bien mi
mamá, o mejor dicho “La Chaparra” como todos la conocemos, es una mujer
trabajadora, se levanta de madrugada y ama acostarse temprano, ha sido
educadora por 32 años, y tiene tres hijos, fruto de sus entrañas, pero tiene,
sin temor a equivocarme, muchos más que ella ha cuidado, criado y educado.
Es pequeña, por eso el apodo, pero todos la respetan, una
palabra de mi mamá es ley y, todavía es así, no hay quien se lo discuta, fuera
de sus tres hijos rebeldes. Mi mamá es
muy alegre, se ríe de todo, hasta de chistes que le contamos una y otra vez, es
auténtica y necia, creo que de allí saqué mi testarudez. Cuando se propone algo, no hay fuerza humana
que haga que desfallezca en la búsqueda de lo que quiere. Es completamente reciliente y de verdad que
ha sufrido, sacarme adelante aún a costa de lo que la familia le decía.
Creo que hay muchas cosas que debo aprender de mi mamá, pero
hoy especialmente quiero agradecer por mi “chaparra” madre, ese trozo de cielo
que Dios me permitió tener. Nos peleamos,
lloramos juntos, sobre todo si nos tomamos un trago. Nos reímos de recordar todo lo que hemos
vivido y vean que cosas hemos vivido.
Hay momentos que sin lugar a duda imprimen carácter y que nos hacen lo
que somos y en esos momentos ella ha estado allí.
Hoy quiero agradecer sobre todo por mi mamá porque ella:
·
Me enseñó a caminar.
·
No sintió asco al limpiarme.
·
Me enseñó mis primeras palabras.
·
Hizo que aprendiera a escribir a máquina.
·
Mejoró mi letra.
·
Me motivó a tomar decisiones.
·
Se ha reído de las torpezas que he hecho.
Pero nunca me has dejado solo.
·
PERO SOBRE TODO ME HA AMADO COMO SOY.
Gracias Señor por esta bella mujer.
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