miércoles, 9 de mayo de 2012

Sobre mi madre


Bueno, puede sonar un poco disonante lo que redactaré, es más me sorprende que me dedique a escribir esto, sobretodo porque no soy muy amigos de las fechas que son especiales pero que, por triste que se oiga, se han comercializado.  Pero fuera de esto hoy quiero hablar sobre la mujer que me trajo al mundo, sin la cual no podría haber vivido.

Antes que nada quiero decir que, lo digo con orgullo, soy envidiado por la mamá que tengo, recuerdo los comentarios de una amiga que me decía: ¡ya quisiera tener a su mamá de mamá!; en esa época no lo entendía, ahora lo comprendo mejor.  Pues bien mi mamá, o mejor dicho “La Chaparra” como todos la conocemos, es una mujer trabajadora, se levanta de madrugada y ama acostarse temprano, ha sido educadora por 32 años, y tiene tres hijos, fruto de sus entrañas, pero tiene, sin temor a equivocarme, muchos más que ella ha cuidado, criado y educado.

Es pequeña, por eso el apodo, pero todos la respetan, una palabra de mi mamá es ley y, todavía es así, no hay quien se lo discuta, fuera de sus tres hijos rebeldes.  Mi mamá es muy alegre, se ríe de todo, hasta de chistes que le contamos una y otra vez, es auténtica y necia, creo que de allí saqué mi testarudez.  Cuando se propone algo, no hay fuerza humana que haga que desfallezca en la búsqueda de lo que quiere.  Es completamente reciliente y de verdad que ha sufrido, sacarme adelante aún a costa de lo que la familia le decía. 

Creo que hay muchas cosas que debo aprender de mi mamá, pero hoy especialmente quiero agradecer por mi “chaparra” madre, ese trozo de cielo que Dios me permitió tener.  Nos peleamos, lloramos juntos, sobre todo si nos tomamos un trago.  Nos reímos de recordar todo lo que hemos vivido y vean que cosas hemos vivido.  Hay momentos que sin lugar a duda imprimen carácter y que nos hacen lo que somos y en esos momentos ella ha estado allí.

Hoy quiero agradecer sobre todo por mi mamá porque ella:
·         Me enseñó a caminar.
·         No sintió asco al limpiarme.
·         Me enseñó mis primeras palabras.
·         Hizo que aprendiera a escribir a máquina.
·         Mejoró mi letra.
·         Me motivó a tomar decisiones.
·         Se ha reído de las torpezas que he hecho.
      Pero nunca me has dejado solo.
·         PERO SOBRE TODO ME HA AMADO COMO SOY.
Gracias Señor por esta bella mujer.

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