Por Pedro
Barsimón de la Barca
Las
palomas se encargan de avisar a la gente.
Les
dicen: ¡Buenos días! La vida sigue viva;
¿Vamos a
celebrarlo con un poco de vino?
La
Iglesia que yo quiero no necesita templos;
Siempre
habrá un parque libre o, si llueve, una casa
Donde las
cortinas no impidan ver la lluvia.
(Donde la
lluvia pueda asistir a misa).
La
Iglesia que yo quiero, no necesita “Dogmas”:
Si estoy
vivo, si pienso, si siento tantas cosas,
No hay
que poner barreras, sino decir a todos
Que no
deben sentarse antes de haber llegado.
¡Claro
que en esta Iglesia habrá también un Papa!
Pero un
Papa casero, con pantuflas de paño;
Más
papito que Papa, más santo que “santísimo”
Y si se
llama Pepe, que no le llamen Pío.
Los
obispos, suelen ser gente buena.
Si no
fueran obispos yo creo que serían santos;
Pero,
claro, les dicen que ¡Cuidado! Y ¡Ojo!
Y los
pobres acaban meando fuera del tiesto.
En la
Iglesia que digo que yo quiero que sea
Ocuparán
los cargos gente con experiencia
En lo que
significa amar y ser amado.
Sin amor
¿De qué me sirve la superortodoxia?
Yo me
imagino una Iglesia que me quiera y me comprenda
Por qué a
veces me caigo, por qué a veces me escondo…
¡Para qué
todo el tiempo te manden y te prohíban
Casi es
mejor morirte sin que te echen el agua!
Por eso
es que mi Iglesia va siempre por delante.
No se
dedica sólo a decir: “Hasta Aquí”.
Si he de
decirlo todo, la Iglesia que yo quiero
Resulta
hasta imprudente (Porque se fía de Dios).
¿Pues qué
teme la Iglesia; quedarse sin riquezas?
¿Perder
su poderío? ¿Qué surjan mil herejes?
¡Hay
otras herejías que son mucho peores,
Como ese
tener miedo a perder tantas cosas!
No
importa que la Iglesia tenga la fe muy floja;
Mientras
busca y pregunta va por el buen camino.
Los
sistemas teológicos tienen el gran peligro
De
hacernos creer que Dios es un libro de texto.
La
Iglesia que yo quiero puede que se equivoque,
Pero será
una Iglesia donde cabremos todos
Y hasta
probablemente estemos tan a gusto.
La
Iglesia que me gusta, la Iglesia que yo quiero,
Es algo
muy sencillo, cosa de gente pobre.
No se
trata de ir sucios, que te huelan los pies,
Pero
tampoco es eso de ir siempre de domingo.
Mi
Iglesia no se engola ni anda con adornos;
Tiene
humor, cuenta chistes. La mitad de la
misa
Se la
pasan riendo, hasta que el cura dice:
“Ya,
fieles almas, que esto es un puro cuento”
Eso sí:
Como el mundo no es todavía el cielo,
La
Iglesia que yo quiero anda de catacumbas.
Si
tuviera dinero o influencias o amigos
Todo
sería distinto; pero mejor que no.
(Una vez
dijo uno: “Al menos tener algo
Para dar
a los pobres o hacer nuestras campañas…”
Y los
pobres dijeron: “Quien socorre a los pobres
Es porque
no es tan pobre” y “Si es rica no es libre”)
“Esa no
sería Iglesia”, dirán los entendidos.
No
sé. Yo siempre pienso que si a cualquier
persona
Le
quitamos la ropa, los oros, los títulos
Se queda
en muy poquito, pero bueno y auténtico.
Y ustedes
me disculpen si digo lo que siento:
Que
marginados, prostitutas, borrachos y pecadores,
Huecos,
drogadictos y gente de ese estilo
No se
excluyan, serán su fundamento;
Porque
ellos son el barro, son esos bajos fondos
Donde la
carne viva del hombre está más cerca.
Desde ahí
– Desnudos, libres – La invocación al Padre
Es más
necesitada; Dios no es un Dios de lujo
Y el amor
puede darse más puro entre los hombres
Porque se
ven enteros, sin falsas fatuidades.
Ya sé que
a mucha gente la Iglesia que yo quiero
Pero que
no nos digan que el cielo va a ser luego
Como esta
pobre Iglesia sabe tanto a polvo
Porque
así es que no van a sacar ni para pagar
A la
señora de los lavabos.
Jesús.
*Tomado de "Un Señor como Dios manda", de José Luis Cortés.
*Tomado de "Un Señor como Dios manda", de José Luis Cortés.
No hay comentarios:
Publicar un comentario