sábado, 10 de enero de 2015

Reflexiones de un momento...

Por un breve momento, en el devenir de mi propia historia, he dejado de lado mi afán por escribir sobre asuntos teológicos, que tanto me apasiona, quizá, sencillamente es el momento en el cual debo escribir sobre aquello que me conmueve, o quizá sobre aquello que me molesta.
Pero, siendo franco, son pocos los que lo leerían, y aquí estoy siendo bastante iluso al pensar que son muchos los que me leen, hoy, sin embargo, quiero detenerme a expresar lo que tanto miedo me causa y eso, como todo ser humano, es la muerte.

Hace pocos días, un buen amigo perdió a su padre y, curiosamente, en una conversación con una tía, recordamos muchos momentos que vivimos con algunos familiares que ya no están.  Esa noche, mi pensamiento osciló en ¿qué haré cuando todos ellos, los que han escrito conmigo mi historia, ya no estén?

Contestar esto no es simple, quizá me coloca hasta nostálgico, pero quiero revivir algunos momentos que, espero, el papel no borre:  el primer día que tuve a mis dos hermanos en mis brazos, de eso hace veinte años, y aún hoy, brota el deseo de protegerlos; el olor del café de la mañana, que, con mucho amor, nos hace mi mamá; el suave aroma de plátanos fritos, al llegar a casa, un viernes por la tarde; la primer cerveza que tomé con mis amigas; el dulce momento cuando, con amigos, comimos algún pastel; o quizá el aroma del bosque una tarde en Ejercicios Espirituales.

Creo que todo ello me responde a la pregunta, no sé lo que haré en ese momento, porque no quiero vivir afanado por el futuro, quiero, vivir este momento, en el cual mi vida va adquiriendo una ruta, para llegar al amor…