Cuando veo el mundo, “este mundo”, me pregunto ¿Por qué
Señor?
Tú te hiciste hombre para darnos una segunda oportunidad,
para mostrarnos que si se pude vivir y ser feliz.
Jesús, mientras contemplo de qué forma viniste al mundo, no
puedo evitar pensar que yo he sido quien te ha cerrado la puerta, que yo he
sido quién te dice que la posada está llena, y en efecto, está llena de odio,
resentimiento, amargura, desolación. Son
todas estas cosas las que impiden que te deje entrar, soy yo mi piedra de
tropiezo, soy quien, egoístamente te niego que entres.
Pero aún así te haces hombre frente a mí, me vez con ojos de
bondad y misericordia y me perdonas, me dices que todo estará bien.
Pero ¿me doy la oportunidad de volver a recibirte o prefiero
darle prioridades a tantas cosas, aún así me vez con misericordia.
Tú nacimiento me recuerda que yo puedo volver a nacer, que
yo también puedo volver a empezar y que no todo está perdido, no mientras siga
confiando en tu misericordia.
Haz nacido pobre, Jesús, para recordarme que yo también lo
soy, y que hay muchos que viven en situaciones infrahumanas, que han perdido su
dignidad, que ya no se consideran parte de los hombres y las mujeres.
Haz nacido pobre y afuera para recordarnos que la salvación
tiene que llegar a los excluidos, a los marginados a los rechazados, a mí….
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