Al oír el sonido de las hojas secas en mis pies. Cuando siento el sol que con sus rayos rozan
mi piel, o veo el verde intenso de la naturaleza, es cuando me detengo a
meditar…
Pienso en las situaciones que vive el mundo hoy. Tanto odio, tanta ira, tanta violencia, tanto
recelo. Que fácilmente ocultamos con
diplomacia, que ocultamos con hipocresía de nuestros corazones. En este mundo en que la guerra nos amenaza a
muerte, y que muchos ven como necesaria, en este mundo en que cada día mueren
más inocentes a causa de la injusticia, de la riqueza mal entendida y que
beneficia a tan pocos.
En este mundo en que muchos creyentes hacen oídos sordos al
clamor de la gente que agoniza de hambre. Donde la desigualdad y las adicciones
son tan bien recibidas. Aquí donde la
jerarquía eclesiástica es reconocida por su vestimenta y no por ser la voz de
los que no tienen voz, donde esa misma jerarquía se dedica a condenar a los que
no piensan como ellos y con la forma en que ven el mundo y prefieren, en honor
a la verdad, proponer nuevas formas de ver la teología, y condenan porque son
una amenaza a los privilegios que han tenido.
Aquí donde se señala a los que viven, o debería decir vivimos, una moral
distinta, que nos humaniza, pero que está lejos de la dictada por ellos, que no
entienden, del todo, lo que significa vivir fuera de su círculo.
Es en este mundo donde se cataloga el valor de una persona
por el carro que utiliza, o la marca de ropa que lleva puesta, donde se comprar
la dignidad por lo que se usa.
Aquí en este mundo en el que se valora la explotación de
recursos minerales, aun a costa de la vida humana y de los recursos naturales,
que tanto nos hacen falta y sin los cuales no podríamos vivir.
Aquí donde vale más el “qué dirán” que el amor verdadero de
dos seres humanos (sean hombres y mujeres, solteros o casados, heterosexuales u
homosexuales). Aquí donde es mejor traer a un niño a morir de hambre, que
utilizar un método de planificación familiar.
Es aquí donde el aborto es una “opción”, que haber razonado previamente
el tener o no relaciones sexuales, ya que el sexo se convirtió en puro placer
animal y no en la expresión legítima del amor.
Aquí donde los gobiernos destruyen, la jerarquía
eclesiástica (no todos, pero sí muchos) manipulan, donde el odio se percibe día
a día, donde la gente muere por hambre, por violencia, por guerras. Es
aquí donde te has querido encarnar.
Aquí te has querido hacer hombre, como yo, como tantos
amigos míos, como tantos otros. Aquí has
querido estar, en el seno de una virgen, que aprendió a seguirte, porque aquí “El Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros” (Cfr. Juan 1, 14)
Con tu Encarnación (escándalo para unos, esperanza para todos),
nos has dado un mensaje claro: No todo
está perdido.
Con tu Encarnación nos has dicho que confías en el ser
humano. Que este mundo puede, y debe,
ser como tú lo soñaste. Que el mañana
pinta a esperanza de vida y no desolación de muerte.
Te has querido quedar con nosotros, nacer como nosotros,
reír como nosotros, llorar como nosotros, porque nos amas tanto que has querido
experimentar lo que vivimos, sentimos y somos.
Has querido nacer de una mujer, para sentir lo que es decir:
“Te quiero mamá”, has querido crecer en su seno y formarte de sus entrañas,
como nosotros. Has nacido en una
familia, donde un hombre te enseñó a ser hombre y seguro creciste con niños de
tu edad, donde aprendiste a compartir.
Con tu encarnación nos das la esperanza de un mundo
distinto. Un mundo que nos da señales de
Reino, como la madre que trabaja para alimentar a sus hijos, ya que su “esposo”
la dejó a su suerte. Como el líder que
dijo: “Yo tengo un sueño…”. Como el Arzobispo Tutú y Mandela que
lucharon por la igualdad de raza. Como
el papa Francisco que nos convoca a una nueva forma de ser Iglesia, desde la
alegría de conocerte, desde la Alegría
del Evangelio (Evangelii Gaudium, para los entendidos). Como tantos mártires que han dado la vida
para que otros vivamos. O la pareja de
novios que se demuestran el amor con un beso.
Es allí cuando te encarnas, cuando te haces hombre, cuando te
quedas entre nosotros, cuando nos regalas la esperanza que otro mundo es
posible y que lo tenemos que construir.
La ventaja es que Tú
estás en medio de nosotros….