martes, 30 de julio de 2013

¿Dónde están los cristianos?

Hace pocos meses sucedieron dos situaciones que me hicieron reflexionar.  Y ya desde hace mucho tiempo he querido escribir sobre esto.  Un día un amigo mío, me hizo esta pregunta, con un aire de sarcasmo: - ¿Y vos todavía sos católico? A lo que yo le respondí: - Claro que soy católico, comulgo y me confieso.  Pero lo que más me hizo reflexionar sucedió en la misa más concurrida de mi parroquia, fue tal el revuelo que muchos se salieron y se quedaron callados, el cura preguntó: ¿dónde están los cristianos?

Yo le he dado muchas vueltas al asunto y me quedó esa pregunta.  A ella, le sumé la pregunta anterior, le pasé revista a mis propias actitudes, haciendo un justo examen de conciencia.  Luego revisé nuestra problemática actual, y recordé lo que menciona el P. Carlos Cabarrús, que sólo se puede conocer un valor, a partir de su antivalor.

Hay en el mundo, millones de niños que se muren de hambre, jóvenes excluidos por sus tendencias, por su raza, por sus gustos, por su color;  el gasto excesivo en armamento, la mala distribución de la riqueza y de la tierra; y que hayan muchos seres humanos, que no tienen lo necesario para vivir con dignidad; jóvenes que viven con adicciones; seres humanos que evalúan y excluyen a los demás seres humanos por lo que poseen, y no por lo que son. Y así podíamos seguir poniendo ejemplos.

Es en este panorama en el cual me cuestiono ¿En dónde estamos los cristianos?  Asumimos que seguimos a Jesús, pero ¿es así en realidad?  Seguir a Jesús implica asumir y optar por su Proyecto, por la forma en la que él actuó.  Pero allí está el primer problema, creemos que el actuar de Jesús es sólo para los demás, para que los demás vivan como nosotros pensamos que es correcto vivir, que debemos cumplir una serie de pasos para poder acercarnos a él y estar plenamente limpios, y es cuando el bello planteamiento “Qué hubiera hecho Jesús es esta situación” se vuelca a señalar, y no a cuestionar en “¿Cómo actuaría Jesús, delante de este hermano que seguro está sufriendo?”

Yo, trabajo con muchos jóvenes, algunos comprometidos con “Jesús” y otros no; los comprometidos con él, se comprometen a rezar el ángelus, el rosario, no se pierden una procesión y visitan al Santísimo, pero todo eso se vuelve ritualismo si no lo llevamos a la práctica.  Muchas veces con ello nos justificamos y así acallamos nuestra propia conciencia, allí se cumple el viejo adagio de Marx que la religión es el opio del pueblo.

¿De qué nos sirve seguir a Jesús si no nos comprometemos con su causa? ¿Para qué nos sirven llenar nuestro TL de mensajes de Jesús si no nos manchamos las manos trabajando por los que Jesús trabajó?

¿A qué Dios estamos viendo? Más aún ¿A qué Dios queremos ver? A un Dios que acalla el grito desesperado de hombres y mujeres que claman por justicia, por equidad, por solidaridad.  ¿Dónde están los cristianos?  ¡De rodillas ante el Sagrario!  Si se está de rodillas ante el Sagrario, el mundo debería ser distinto.  Sino, para mí es puro fariseísmo, si no nos comprometemos con una causa justa, y qué más justa que causa que la de Jesús, nos convertimos en una herramienta que nadie utiliza.  Es necesario que los cristianos, los verdaderos seguidores de Jesús construyamos un mundo nuevo.  Un mundo donde no valgamos por el carro que tenemos o la playera que utilicemos, un mundo donde el ser humano valga por lo que es y no por lo que tiene.  Un mundo en el que no rechacemos a los que piensan o sienten diferente, si lo que es verdaderamente importante es el amor que le impregnamos a los que hacemos.  No porque sean gay, serán menos cristianos, ya lo dijo el Papa Francisco “Si un gay busca a Dios ¿quién soy yo para juzgarlo?”  No porque yo sea negro o rubio, no porque sea alemán o un “indio” me da un valor extra.  Ese valor extra ya lo tengo por ser un humano.



El cristiano verdadero es aquel que rescata la dignidad del ser humano, como lo hizo Jesús, como cuando se encontró con la samaritana, con la hemorroisa o con la mujer adúltera, curiosamente mujeres ¿será por qué ellas son las más afectadas y las más juzgadas en estas situaciones de indignidad?

Es el momento en el que cambiemos de óptica, de cómo ver la realidad, el cristiano de hoy, diría Karl Rahner, o será místico o no será cristiano, y yo le sumaría que el cristiano y la cristiana de hoy, será un místico, un comprometido y con ello cambiará el mundo. 

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