martes, 22 de enero de 2013

¿Será esta nuestra realidad?


En este mundo tan necesitado de atención y escucha, los seres humanos necesitamos un momento de reposo y silencio, para descubrir quiénes somos y no lo que hemos creído que somos.
Mientras camino por un concurrido centro comercial de la ciudad de Guatemala, me doy a la tarea de observar a las personas que pasan a mí alrededor,  observo sus gestos, sus comportamientos, en realidad me enfoco más en los más jóvenes, en realidad sus comportamientos me intrigan más.  Los veo y en ellos veo una búsqueda de identidad, de tratar de descubrir quiénes son y a qué mundo pertenecen, esto se manifiesta en que tratan de ser como el artista del momento (Justin Bieber, los chicos de One Direction, etc.) como la modelo de moda.  Algunos de ellos dejan de ser libres, con tal que la misma sociedad juvenil los acepte.  Estos jóvenes se olvidan del ser humano que tienen a su par, abstraídos por el artículo tecnológico del momento (I phone, Black Berry, etc.) pendientes de la respuesta del último “tuit” que “tuitearon” en el “TL” de algún amigo, comparando si el número de seguidores es mayor que el de los que surgen.  ¿Por qué nos está pasando esto? ¡Por qué nos esforzamos en ver si este o aquella persona pertenecen a mi círculo social, deportivo, universitario o, incluso, eclesiástico? Las cuestionantes pueden ser mayores o algunas otras, podríamos analizar varias respuestas, en realidad, yo me quedo con una…
No hemos y no nos hemos dado el tiempo para descrubrir quienes somos y la riqueza que poseemos.  Nos hemos olvidado de la maravillosa creación que somos.  Se nos ha olvidado ver a los ojos a las personas, descrubriendo en el otro la riqueza que Dios ha querido poner en Él.  Nos hemos olvidado de lo pequeño, de lo agradable, de lo gratuito, de disfrutar lo simple.  Nos hemos llenado el cuello de rosarios y cruces para que vean que somos “católicos”, o llevamos una biblia para que vean que soy “evangélico”, pero dejamos el llamado de nuestro fundador a amar nos, a amar los, nos olvidamos de los detalles que nos dan vida.  Nos exigimos perfección, perfección que nos lleva a una gran frustración porque Nunca  la alcanzamos.  A veces, incluso, olvidamos decir lo que queremos decir, porque hemos olvidado las palabras necesarias para hacerlo.

Necesitamos animarnos a ser diferentes, a cambiar el mundo, a no criticar a alguien por ser valiente, por ser diferente, sino, atrevernos a conocer el medio que lo hace ser él, a dar tiempo, vida y energía, que son los mayores bienes que poseemos, a darle a otro ser humano lo que le daríamos a Dios ¡Por qué en él habita Dios! Y nunca olvidar que “La mayor Gloria de Dios es el hombre viviente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario