
Puedo recordar los momentos que comparto con mis amigos, que
son un regalo de Dios; pienso en las comidas familiares, en las que mamá
siempre tiene algo que decir, en las que papá tiene algún chiste y con él, nos
hace reír, algún seco comentario de mi hermano o una tímida sonrisa de mi
hermana, y allí me detengo y medito: ¡Qué solo estoy!
Sé que tengo todo lo que quiero; que he realizado los sueños
que he tenido, que he hablado con desconocidos y conocido a los que les he
hablado, he visto maravillas de la naturaleza y visitado ciudades históricas,
desde Roma a la Antigua Guatemala; he comido los manjares de otros lugares, he
volado, he escrito, me he expresado, he leído y he descubierto lo inimaginable,
he opinado, siempre he dicho algo. Pero
algo me falta, algo no está bien.
Sé que disfruto mi independencia, los momentos de encuentro
conmigo mismo, disfruto mi silencio y el movimiento de mis pensamientos, pero
algo me falta ¿Qué será? ¿Quién será?

Sé que aquí estás y disfruto tu compañía, se que en mis
sueños tú has estado, que en los conocidos y desconocidos allí has estado, en
la naturaleza y en las ciudades, en la comida, en el bus, en el metro, en el
avión y en tren allí estuviste, en mi corazón allí estás, en mi sonrisa y en
mis palabras, allí estás…
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