Hay historias que se cuentan solas, hay otras que no tienen un final memorable, sólo las recuerdas porque son tuyas...
Quizá todos quisieran contar una historia de amor, pero algunas veces únicamente se cuentas los despojos de estas, porque, siendo muy honestos, no todos fuimos hechos para grandes historias de amor... algunos nacimos para escribirlas, más aún, algunos no tienen ni la caligrafía para qué, románticamente, sea un libro que todos quieran leer.
Hoy, sin mucha decoración, quiero abrir mi corazón a estas hojas en blanco que tengo delante de mí, estas que guardarán mi historia, la mía, porque no tengo otra que contar...
Cierro los ojos, escucho la música desde la sala de mi casa y como quién escribe una misiva inicia mi viaje a lo más profundo de mi corazón, ese que guarda las cosas importantes, como una sonora sinfonía todo empieza a tomar su legítimo camino, ese que me llevará a la sorpresa.